¿Quién no recuerda en su etapa escolar haber alcanzado un momento en el que alguien le preguntara, tú qué eres de ciencias o de letras? Y, además, en función de la respuesta y del interlocutor, también sacaba sus propias conclusiones sobre tus capacidades académicas: si elegías ciencias eras un repelente y raro sabelotodo; si elegías letras eras un vago o un negado para los estudios. Y así llegábamos a la incomunicación entre unos y otros, mirándonos con un cierto recelo, cuando no desprecio.
Pero la historia viene de lejos:
En 1959 Charles Percy Snow publicó The Two Cultures, donde presentaba su visión de falta de comunicación entre lo que denominó como "las dos culturas": cultura literaria y cultura científica. En 1964 añadió una nueva parte al libro, titulada A Second Look, en la que pretendía responder a las reacciones que suscitó su libro, matiza algunos de sus planteamientos y presenta su idea, no desarrollada, de una "tercera cultura". Su objetivo principal en esta segunda mirada era proponer e impulsar la comunicación entre los humanistas y los científicos con el objetivo de mejorar la condición humana dado que, en su opinión, una sociedad en la que falten unos u otros o el peso recaiga más en un área de conocimiento que en la otra conllevará una sociedad tremendamente pobre.
Poco más de 30 años más tarde, en 1995, John Brockman publicó su libro The Third Culture, donde recoge (o se apropia de) la idea de "la tercera cultura" y la desarrolla con un enfoque muy personal. Abandona la idea propuesta por Snow de tender puentes entre ambos intelectuales y propone que sean los científicos o pensadores empíricos los que a través de su trabajo vayan desplazando a los intelectuales humanistas. Considera que los científicos pueden por sí mismos divulgar su trabajo y "expresar sus reflexiones más profundas de una manera accesible para el público lector inteligente".
Cuando empecé este curso de Experta de universidad en Comunicación de la Ciencia, con mi mochila de científica a la espalda, también creía que, efectivamente, con un poco de habilidad para la comunicación era autosuficiente y no requería de intermediarios para visibilizar mi trabajo porque, es posible, no transmitieran el mensaje exacto que yo quería. Sin embargo, conocer y escuchar a personas que vienen del "otro lado del puente" me ha hecho darme cuenta de que su visión es muy importante. Además, con el ritmo al que avanza la ciencia, necesitamos también la visión de la ética y de la filosofía que nos cuestione si los pasos que estamos dando son los correctos, no para nuestro ego o satisfacer nuestra necesidad de saber, sino si son los adecuados para la sociedad en su conjunto.
Con un poco de suerte, trabajo, y humildad, quizá podamos llegar a interiorizar dónde está la respuesta que nos puede llevar más lejos como sociedad:
De hecho, ya lo dijo Snow: "Con algo de suerte podremos educar a una considerable proporción de nuestras mejores inteligencias a fin de que no sean ignorantes de la experiencia imaginativa, en las artes como en la ciencia, ni lo sean tampoco de los dones de la ciencia aplicada, del sufrimiento remediable de la mayoría de sus semejantes, ni de las responsabilidades que, una vez que se han visto, no pueden ser esquivadas".
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