Es ampliamente aceptado que una de las funciones principales de los modelos científicos es proporcionar una explicación de los fenómenos que representan. Así, durante el siglo XIX, los científicos propusieron la denominada "teoría cinética de los gases" para explicar el comportamiento de la materia y las características de los gases. Su ampliación a líquidos y sólidos dio lugar al modelo cinético-molecular de la materia.
Así, basándose en la teoría, el modelo se basa en tres principios:
1) La materia está formada por un gran número de partículas muy pequeñas difíciles de ver (átomos).
2) Estas partículas están en continuo movimiento debido a fuerzas de cohesión (que tienden a atraer las partículas entre sí) y repulsión (que tienden a separar unas partículas de otras).
3) Entre partícula y partícula no hay nada.
Según predominen unas u otras fuerzas, la materia se presenta en estado sólido, líquido o gaseoso. En el estado sólido, las partículas están muy próximas y se mueven vibrando en su posición; en el estado líquido, las partículas están algo más separadas y pueden moverse con mayor libertad; en el estado gaseoso, las moléculas están separadas unas de otras y pueden moverse por todo el espacio. Además, al recibir calor las partículas se mueven más; y al enfriarse se mueven menos, lo que permite pasar de un estado a otro.
Sin embargo, este modelo está basado en una teoría que costó mucho ser aceptada por la comunidad científica, porque Newton había propuesto una teoría diferente. Pero, como ya mencionaba Kuhn1, los avances en ciencia se hacen mediante revoluciones, cuando los datos son tantos que no mantienen un paradigma, surgen propuestas que rompen drásticamente con las teorías previas para dar lugar a unas nuevas.
Por tanto, el paso de los años ha ido demostrando que este modelo funciona y permite predecir en qué estado se encontrará un cuerpo en función de la presión, temperatura y su composición.
Por si te has quedado con curiosidad, este vídeo explica muy gráficamente el modelo cinético-molecular:
1Kuhn TS. La estructura de las revoluciones científicas. Edición: Fondo de Cultura Económica, México, 1971
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