Evolución de los modelos de cultura científica

Si ya vimos que la definición de cultura científica puede ser muy dispar en la actualidad, vamos a analizar ahora cómo han ido evolucionando los modelos de cultura científica.

Si bien en los comienzos de la ciencia (pensemos en los griegos) ésta parecía ser un bien restringido a unos sabios, poderosos y eruditos, con el paso de los años se ha ido viendo la necesidad e importancia de acercarla a la sociedad, pero esta transmisión y su medida a lo largo de la historia han sido variables y no siempre afortunadas.

Cuando se realizaron las primeras encuestas sobre la década de los 80 para medir la comprensión de la ciencia por parte de la sociedad, los resultados fueron desalentadores y motivaron la promoción de la cultura científica a partir de estrategias de difusión social de la ciencia dentro de lo que fue conocido como el modelo del déficit: medidas y conocidas las deficiencias del conocimiento por parte del individuo, se crean estrategias para intentar suplirlas. Es el individuo el responsable de su déficit de conocimiento y debe ser educado, alfabetizado. La comunicación es unidireccional: del que posee el conocimiento a quien necesita recibirlo.

Sin embargo, a pesar de las muchas medidas tomadas, no parece que las encuestas muestren una mejora en el nivel de conocimiento científico del público general. ¿Dónde está el problema?: ¿los divulgadores no transmiten adecuadamente la información?, ¿los elementos de medida del conocimiento no son los acertados?, ¿intentan los científicos comunicarse con el público general?,...

Sobre los 90 comienzan los primeros movimientos de los modelos críticos que proponen una re-conceptualización de las relaciones ciencia-público, insistiendo en la importancia de aunar ciencia, sociedad, política y ética: es un hecho que la ciencia está presente de forma cotidiana en la vida de todas las personas, por lo que es importante que sea conocida, pero este conocimiento debe ir más allá de la adquisición de contenidos cognitivos e incluir los impactos sociales de la misma.

Pasamos de preguntar "¿qué sabe la sociedad de ciencia?" a la pregunta "¿qué necesita saber la sociedad de ciencia?". Comienza una comunicación bi-direccional. Y en este enfoque, que sigue siendo educativo, no están presente únicamente la idea de contenidos cognitivos, sino también de las implicaciones sociales, económicas y sociales de los avances científicos. Es desde este nuevo enfoque desde el que deben trabajar las políticas de institucionales de popularización y comunicación de la ciencia. Unas políticas que permitan a los ciudadanos participar en la ciencia, como actores y como promotores de proyectos, ideas o acciones en este ámbito. "Ya no se trata de transferir conocimiento, sino de involucrar a las personas y valorar su participación con miras a una cultura de apropiación y democratización de las decisiones sobre ciencia y tecnología".

Y en este proceso evolutivo del concepto de cultura científica, también deben evolucionar los indicadores con los que ésta se mide.

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